viernes, 28 de octubre de 2016

Coplillas de Candela la bailaora









Candela la de Triana,
gitana de gran realce,
con sus quince primaveras
es la sultana del baile.

Te baila por seguiriyas,
alegrías, soleares,
martinetes, fandanguillos,
peteneras, verdiales,

sevillanas y zorongos
mueven sus pies con donaire,
sin palos que se resistan
al embrujo de su talle.

Sus manos de turmalina
racimos de luna y arce,
dibujan en el vacío
lo que sus centros le manden.

Sus ojos de reina mora,
pozos de negro azabache,
chispas de pasión destilan
cuando las palmas le baten.

Y se quiebra su cintura,
como si fuera de alambre,
al rasgueo de la guitarra
y a los quejíos del cante.

Con ese armazón de fuego
de su estampa fascinante
va derramando en silencio
rubís, zafiros, granates.

Cuando agita su mantón
y su traje de volantes,
de filtiré va bordando
las esquinitas del aire.

Fantasía de bordones
de los cantes de levante
izan su cuerpo de ébano
enmarcadito en corales.

De mariposas la magia
surca todos los lugares
y rinde los corazones
al hechizo de su arte.

Que tiene duende esta niña,
-se pregona por las calles-,
que a los mozos enamora
y da envidia a las comadres.

No hay figura más galana,
que en el 'tablao' se alce,
tejiendo con sus tacones
mil filigranas de encaje.

Candela la bailaora,
de Triana el estandarte,
con sus quince primaveras
es la sultana del baile.
                         (MjH)


martes, 11 de octubre de 2016

Del álamo blanco...









Del álamo blanco
las hojas huían,
pétalos que fueron
de nácar un día,
y en un vals sereno
de melancolía,
por montes y valles
el viento movía.

Piruetas livianas
de etérea agonía,
su danza de muerte
con garbo ofrecían
a claras mañanas
y noches umbrías,
como ofrendas gayas
de su despedida.

Libres, anhelantes
de nuevas orillas,
bailaban un baile
de suaves caricias,
volutas de cobre,
de sangre investidas,
bajo el cielo gris,
sobre la campiña.

No brillan sus ojos
ni es jovial su risa,
la que en primavera
su  haz relucía
al son de los trinos,
rapsodias divinas,
de los ruiseñores
y las cardelinas.

Y se van ahora,
certeras caminan
a su destrucción
en jacas sin bridas,
reposando el vuelo
de su edad vencida
entre la hojarasca
huraña y mohína.

 ¡Oh, hoja de plata
en ocre fundida,
dejas con prestancia
tu pujante vida
y aceptas gozosa
tu fatal partida,
repartiendo sueños
en almas heridas!

                         (MjH)
















domingo, 2 de octubre de 2016

Pinceladas







Dulces mis sueños,
suaves las olas,
mansa la brisa,
que mi piel roza.

Hilos de sol
la arena doran
y en las alturas
el cénit orlan.

Radiante playa,
que el agua moja
con melodías
tersas, mimosas.

Y por el aire,
ágil y airosa,
batiendo alas,
una gaviota.

De blanco nácar,
como la aurora,
pinta lunares
de blancas borlas.

Sereno el mar
sobre su colcha
mece veleros
de costa a costa.

Tras de sus pasos,
mi ilusión boga
en las espumas
de luz y sombra.

Y en tiernas jarcias,
mudas y blondas,
cuelga mi alma
de luna roja.

Dulces mi sueños,
suaves las olas,
mansa la brisa,
¡cómo me arroba!
                             (MjH)