lunes, 1 de agosto de 2016

Se nos va el tiempo...









Se nos va el tiempo,
se nos va,
desangrándose
como un torrente
por los hostiles desagües
de la vida.

Se nos va así,
tontamente,
sin inmutarse,
sin decir “adiós”,
al emprender veloz su loca
despedida.

Se nos va por costumbre,
por rutina,
por atávica tradición
y, en su afán,
abre estelas de nostalgia
desmedida.

Se nos va como si nada,
desoyendo
la discordia
entre el ayer
y el hoy y el mañana,
¡batallas perdidas!

Se nos va sin mirar atrás,
matando
la esperanza,
demoliendo la fe,
devastando recuerdos,
asolando la risa.

Se nos va sin pensar,
sin preverlo,
en un viaje maldito
y, a su paso,
dejan de soñar las rosas
encendidas.

Se nos va codicioso,
y arrastra
el porvenir
y esparce deslucidas
las tristes hojas secas
de la pasión vivida.

Pero araña con empeño,
con saña
y con vigor
en su brutal huida,
notas de placer fugaz
mientras agoniza.

Se nos va el tiempo,
se nos va.
              (MjH)

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